sábado, 23 de abril de 2011

Espacio vital




   ¿A quién no le ha ocurrido o no ha observado esto alguna vez? No sentarse en la primera fila de clase, sobre todo cuando aún no se conoce al profesor o profesora; dejar varias butacas libres en el cine al lado de un desconocido, apartar rápidamente la mano de la barra del bar si alguien la roza accidentalmente, o simplemente si posa su mano "demasiado" cerca...

Es un comportamiento territorial propio de muchos animales, entre ellos el hombre, que utiliza los sentidos para diferenciar distintos tipos de espacios o distancias. La distancia depende del tipo de relación establecida entre los individuos. A esto se le llama proxemia.
Varios receptores de estas distancias o espacios entran en juego en la proxemia:
  • Receptor visual y auditivo: Gran parte de la información que recibimos nos llega a través del oído, aunque se ha observado que es miles de veces mayor la riqueza de la información que captamos a través de la vista.
  • Receptor olfativo: Aunque se considera un sentido secundario, se ha descubierto que la olfacción junto con los reguladores químicos del organismo producen una comunicación química muy eficaz.
  • Recepor térmico: A través de la piel nos llega información sobre frío, calor, contacto, dolor. La piel tiene gran capacidad para emitir y descubrir calor infrarrojo; también es capaz de modificar la temperatura en diferentes partes del cuerpo o de acumular sangre en determinadas zonas (rubor, hinchazón de las venas del cuello y las sienes...).
  • Receptor táctil: El contacto físico con otra persona depende del grado de confianza, de intimidad. La piel es la frontera entre el propio cuerpo y el mundo que lo rodea.
Por otra parte, las distancias son dinámicas, dependen de la situación, de la personalidad, de la cultura. Así podemos establecer cuatro categorías:
Distancia íntima, diferenciando la fase cercana donde hay un contacto directo de varias zonas del cuerpo, como en el acto sexual o la lucha, la comunicación oral es casi inexistente; y fase lejana (15-45 cm.), donde la pelvis no llega a rozarse, pero sí las extremidades y el rostro, la comunicación oral se produce en voz baja; a veces esta distancia es obligada viajando en autobús o metro, invadiéndose el espacio personal, por lo que los músculos se mantienen tensos y se evitan las miradas con desconocidos.

    Distancia personal: Es lo que se conoce como espacio personal o vital, sería como una burbuja protectora que separa a la persona de las demás. En su fase cercana (45-75 cm.) se puede sujetar a otra persona; en su fase lejana (75-120 cm.) es la utilizada normalmente en las relaciones de las personas. El tono de voz es moderado.


           Distancia social: No hay contacto físico. La fase cercana (120 cm.-2 m.) se utiliza para hablar de temas impersonales. La fase lejana (2-3.5 m.) suele usarse para separar a unas personas de otras o para tratar temas formales.

           Distancia pública: Está fuera de la relación. Su fase cercana (3.5-7 m.) está orientada a los discursos, con un tono de voz algo elevado. Su fase lejana (más de 7 m.) es la distancia que suelen mantener los personajes públicos; la comunicación se hace muy difícil, se amplifican los diferentes lenguajes (tono de voz elevado, exageración en los ademanes con las manos y gestos corporales).


      Bibliografía: Hall, E. T. (1993). La dimensión oculta. SigloXXI.

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